DEFINICIONES.
Martha Viviana Estrada Chavez.
Digo que yo no soy un hombre puro
Nicolás Guillén
Yo no voy a decirte que soy un hombre puro.
Entre otras cosas
falta saber si es que lo puro existe.
O si es, pongamos, necesario.
O posible.
O si sabe bien.
¿Acaso has tú probado el agua químicamente pura,
el agua de laboratorio,
sin un grano de tierra o de estiércol,
sin el pequeño excremento de un pájaro,
el agua hecha no más de oxígeno e hidrógeno?
¡Puah!, qué porquería.
Yo no te digo pues que soy un hombre puro,
yo no te digo eso, sino todo lo contrario.
Que amo (a las mujeres, naturalmente,
pues mi amor puede decir su nombre),
y me gusta comer carne de puerco con papas,
y garbanzos y chorizos, y
huevos, pollos, carneros, pavos,
pescados y mariscos,
y bebo ron y cerveza y aguardiente y vino,
y fornico (incluso con el estómago lleno).
Soy impuro ¿qué quieres que te diga?
Completamente impuro.
Sin embargo,
creo que hay muchas cosas puras en el mundo
que no son más que pura mierda.
Por ejemplo, la pureza del virgo nonagenario.
La pureza de los novios que se masturban
en vez de acostarse juntos en una posada.
La pureza de los colegios de internado, donde
abre sus flores de semen provisional
la fauna pederasta.
La pureza de los clérigos.
La pureza de los académicos.
La pureza de los gramáticos.
La pureza de los que aseguran
que hay que ser puros, puros, puros.
La pureza de los que nunca tuvieron blenorragia.
La pureza de la mujer que nunca lamió un glande.
La pureza del que nunca succionó un clítoris.
La pureza de la que nunca parió.
La pureza del que no engendró nunca.
La pureza del que se da golpes en el pecho, y
dice santo, santo, santo,
cuando es un diablo, diablo, diablo.
En fin, la pureza
de quien no llegó a ser lo suficientemente impuro
para saber qué cosa es la pureza.
Punto, fecha y firma.
Así lo dejo escrito.
CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA
Porfirio Barba Jacob
El hombre es una cosa vana, variable y ondeante… (Montaigne)
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos…
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día… un día… un día…
en que levamos anclas para jamás volver…
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!
DATO BIOGRÁFICO
Ángel González
Cuando estoy en Madrid,
las cucarachas de mi casa protestan porque leo por las noches.
La luz no las anima a salir de sus escondrijos,
y pierden de ese modo la oportunidad de pasearse por
mi dormitorio,
lugar hacia el que
—por oscuras razones—
se sienten irresistiblemente atraídas.
Ahora hablan de presentar un escrito de queja
al presidente de la república,
y yo me pregunto:
¿en qué país se creerán que viven?;
estas cucarachas no leen los periódicos.
Lo que a ellas les gusta es que yo me emborrache
y baile tangos hasta la madrugada,
para así practicar sin riesgo alguno
su merodeo incesante y sin sentido, a ciegas
por las anchas baldosas de mi alcoba.
A veces las complazco,
no porque tenga en cuenta sus deseos,
sino porque me siento irresistiblemente atraído,
por oscuras razones,
hacia ciertos lugares muy mal iluminados
en los que me demoro sin plan preconcebido
hasta que el sol naciente anuncia un nuevo día.
Ya de regreso en casa,
cuando me cruzo por el pasillo con sus pequeños
cuerpos que se evaden
con torpeza y con miedo
hacia las grietas sombrías donde moran,
les deseo buenas noches a destiempo
—pero de corazón, sinceramente—,
reconociendo en mí su incertidumbre,
su inoportunidad,
su fotofobia,
y otras muchas tendencias y actitudes
que-lamento decirlo-
hablan poco en favor de esos ortópteros.
Es absolutamente necesario…
Ana Elena Pena
Es absolutamente necesario suicidarse cada cierto tiempo.
Huir de uno mismo,
perderse,
levitar,
ayunar,
sentir el cuerpo vacío, agotado, dolorido.
Mudar la piel,
beber,
vomitar,
tocar fondo, follar con desesperación, y luego no recordar nada.
Estar ausente de todo.
Para después, aferrarse de nuevo a la vida. Reencontrarse.
Vestir colores pastel, andar a paso ligero y sonreír a los vecinos
cuando te saludan en la escalera.
-¿Qué tal estás preciosa?
-Jodidamente bien, gracias.
Golgotha Is a Mountain
Arna Bontemps
Golgotha is a mountain, a purple mound
Almost out of sight.
One night they hanged two thieves there,
And another man.
Some women wept heavily that night;
Their tears are flowing still. They have made a river;
Once it covered me.
Then the people went away and left Golgotha
Deserted.
Oh, I’ve seen many mountains:
Pale purple mountains melting in the evening mists and blurring on the borders of the sky.
I climbed old Shasta and chilled my hands in its summer snows.
I rested in the shadow of Popocatepetl and it whispered to me of daring prowess.
I looked upon the Pyrenees and felt the zest of warm exotic nights.
I slept at the foot of Fujiyama and dreamed of legend and of death.
And I’ve seen other mountains rising from the wistful moors like the breasts of a slender maiden.
Who knows the mystery of mountains!
Some of them are awful, others are just lonely.
…
Italy has its Rome and California has San Francisco,
All covered with mountains.
Some think these mountains grew
Like ant hills
Or sand dunes.
That might be so —
I wonder what started them all!
Babylon is a mountain
And so is Nineveh,
With grass growing on them;
Palaces and hanging gardens started them.
I wonder what is under the hills
In Mexico
And Japan!
There are mountains in Africa too.
Treasure is buried there:
Gold and precious stones
And moulded glory.
Lush grass is growing there
Sinking before the wind.
Black men are bowing.
Naked in that grass
Digging with their fingers.
I am one of them:
Those mountains should be ours.
It would be great
To touch the pieces of glory with our hands.
These mute unhappy hills,
Bowed down with broken backs,
Speak often one to another:
» A day is as a year, » they cry,
» And a thousand years as one day. »
We watched the caravan
That bore our queen to the courts of Solomon;
And when the first slave traders came
We bowed our heads.
» Oh, Brothers, it is not long!
Dust shall yet devour the stones
But we shall be here when they are gone. »
Mountains are rising all around me.
Some are so small they are not seen;
Others are large.
All of them get big in time and people forget
What started them at first.
Oh the world is covered with mountains!
Beneath each one there is something buried:
Some pile of wreckage that started it there.
Mountains are lonely and some are awful.
…
One day I will crumble.
They’ll cover my heap with dirt and that will make a mountain.
I think it will be Golgotha.